miércoles, 15 de septiembre de 2010

Relats conjunts: Moai


No recuerdo como llegué hasta allí. Bajo un sol abrasador que enturbecía mi mente fui testigo de la pérdida de mi libertad, hasta aquel momento inexpugnable. Mis pulsaciones se aceleraban a un ritmo acompasado, como si de un concierto de música clásica se tratase. A lo largo de mis extremidades inferiores sentía una fría sensación de presión e inseguridad. ¿Qué podía hacer? Evidentemente, el objetivo primordial era escapar cuanto antes.

Durante el forcejeo inicial pude comprobar la dureza de la situación. En toda mi penosa vida nunca había encontrado una razón de peso para hacer un uso violento y desgarrador de mis piernas, impotentes ante su esfuerzo inútil. A unos metros de donde me encontraba postrado, conseguí divisar una tortuga sin caparazón y con una capa negra atada a su delgado cuello. Me extrañé tanto que perdí la conciencia durante unos segundos, quizá fueron siglos, no me acuerdo...